Cuando comprar, conectarse a internet, la dieta o el ejercicio físico se convierten en una necesidad irreprimible, surge el problema.
El deseo por tener un cuerpo perfecto puede llegar a convertirse en una verdadera adicción. La obsesión por la buena alimentación puede llegar al extremo de convertirse en ortorexia, basada en la necesidad de consumir solo comida biológicamente pura y evitar todos los alimentos que puedan resultar tóxicos. El problema radica en que estas personas centran su vida en la comida y la convierten en una especie de ritual que les ayuda a mantenerse puros.
Otra conducta adictiva relacionada con la alimentación es la obsesión por hacer dieta. Esta conducta afecta más a mujeres jóvenes que, preocupadas por su peso, realizan una dieta tras otra -de la alcachofa, del yogur, de la piña, etc.-, a menudo excéntricas, sin ningún tipo de rigor científico que las certifique.
Las mujeres desean estar delgadas y los hombres, tener un aspecto atlético y musculoso. Esta aspiración puede llegar a convertirse en uno de los principales valores de la vida y en una obsesión por un cuerpo perfecto y musculoso: la vigorexia. A menudo, los afectados sufren baja autoestima y una distorsión de la imagen corporal.
Si de forma habitual se ocultan al entorno familiar las compras realizadas se tiene la sensación de haber adquirido de manera impulsiva un objeto que no es necesario, se puede estar ante un trastorno de adicción a las compras, es un problema frecuente que afecta más a las mujeres, aunque también se registra entre los hombres. La diferencia estriba en los productos que se adquieren, ya que mientras ellas optan por la ropa y las joyas, ellos prefieren la tecnología.
Adicción a internet; la rápida evolución de las nuevas tecnologías es imparable. Forman parte de la vida diaria de la mayoría de las personas y se depende de ellas más de lo que uno se pueda imaginar. ¿Pero podría hablarse de adicción? No hay duda de que cualquier conducta normal placentera puede ser susceptible de convertirse en adicción si se establece con ella una relación que termina por perjudicar al individuo.
Los expertos explican que el indicador de un uso incorrecto, más que el número de horas que se pasan delante de la pantalla, podría ser el hecho de perder la noción del tiempo, sentir ansiedad al no conectarse o encender el ordenador a altas horas de la noche. El mal uso también puede manifestarse con síntomas físicos como cansancio, fatiga ocular, problemas musculares, inestabilidad emocional, confusión y sedentarismo. También pueden darse cambios en el comportamiento social, como disminución del grupo de amigos, conflictos familiares, escolares o laborales.
La preocupación por la adicción a las nuevas tecnologías, en especial videojuegos e Internet, es un tema de plena actualidad. El tema está lejos de resolverse, ya que también hay quien considera que esta supuesta adicción es un mito y solo es una nueva etapa de nuestra época, donde los usuarios encuentran en Internet todo lo que necesitan.
Articulo publicado en el Diario «El Económico» 26/05/2017 www.eleconomico.es
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