La fobia es un miedo intenso, persistente y crónico a algo que, en realidad, representa poco o ningún peligro real. Las personas que sufren algún tipo de fobia intentan evitar -por todos los medios- exponerse al estímulo o a la situación que les infunde temor y, si no lo consiguen, experimentan síntomas como taquicardia, tics nerviosos, sudor, sensación de falta de aire, temblores y un intenso deseo de huir, entre otros.

El pánico escénico es un trastorno de ansiedad social extrema, una timidez agrandada o miedo a las otras personas que puede, incluso, reducir la capacidad de expresarse y modificar la conducta en los afectados. Ante la inminencia de tener que salir a escena o al estrado, la persona se siente realmente mal.

Respiración acelerada, sudoración, tensión corporal, sequedad bucal, rubor facial, malestar abdominal o urgencia urinaria, fallos de memoria y confusión de las ideas que se querían exponer, voz tensa, temblorosa o tartamudeo, y miedo extremo al error o al fracaso. Estos son algunos de los síntomas más frecuentes que sufren los afectados de pánico escénico y miedo a hablar en público.

Contra el miedo: prepararse bien es la clave. En un discurso o una charla, es importante apoyarse en algún tipo de material; en una presentación, pero no para leerla, sino solo a modo de guía. Buscar con la mirada a personas del público que tengan una escucha activa ofrece seguridad y hace sentir bien. Localizar siempre a dos o tres y dirigir la intervención a personas distribuidas en la sala que aporten esta retroalimentación positiva. Si la audiencia es muy exigente o hay luces que deslumbran, se puede fijar la vista al fondo de la sala. Ajustar el discurso a las características del público, si se conoce de antemano y cuidar el lenguaje no verbal: una ligera sonrisa y relajar los músculos antes de entrar en la sala hace que la persona sea percibida de una mejor manera y aumenta la receptividad de los interlocutores.

Consejos para superar el miedo escénico;

  • Las habilidades para enfrentarse a un público y dar una conferencia se aprenden, y todas las personas pueden aprender. Cuanto más se practica, más confianza se tiene en uno mismo.
  • La respuesta nunca es la huida, ya que solo afianza el problema.
  • Cometer errores no es el fin y no significa fracasar. No hay que tenerles miedo y sentirse con la suficiente autoconfianza para que si se cometen, rectificar.
  • Pensar en lo que hay detrás de este miedo abre las puertas ante conflictos internos o parte de la psique que hay que trabajar.
  • Prepararse bien es clave. Cuanto más se domine el tema, más capacidad de reacción se tendrá ante los imprevistos y mayor seguridad y firmeza.
  • La visualización del discurso con una imagen positiva prepara el terreno y nos predispone a seguir lo conocido.
  • No pensar en posibles situaciones que estresarían. Hay que tener confianza en uno mismos, en que la situación será propicia y en que se será capaz de salir adelante.

Articulo publicado en el Diario «El Económico»  25/06/2018  www.eleconomico.es

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