El trastorno por atracón -en inglés, binge eating disorder– es una afección mental que se caracteriza por un comportamiento patológico en el que el afectado tiene episodios repetidos de atracones de comida y, a diferencia de lo que ocurre en la bulimia nerviosa, no sigue los mecanismos compensatorios que buscan impedir ganar kilos (como inducirse el vómito, el uso de diuréticos o laxantes o el exceso de ejercicio físico, entre otros).

Por este motivo, es habitual que los afectados sufran exceso de peso y obesidad. También suelen cargar con un sentimiento de culpa, de vergüenza o de ansiedad por su comportamiento, que lleva a más atracones de comida. Es frecuente, además, que padezcan síntomas depresivos.

El trastorno por atracón afecta a entre el 2% y el 5% de la población, sobre todo mujeres con sobrepeso. Los alimentos ingeridos en el atracón son, a menudo, ricos en grasa y dulces y comida rápida. E

l afectado sufre deterioro del entorno social y laboral, exceso de preocupación de su peso y de su figura, está casi siempre haciendo dieta, sigue un tratamiento por problemas emocionales, tiene antecedentes de depresión y se ha iniciado de manera precoz en hacer dietas por su sobrepeso.

En nuestro país, además, los casos de sobrepeso y obesidad alcanzan cifras que las catalogan de epidemia. Según resultados obtenidos en el Estudio ENRICA (Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular), llega al 62% de la población española.

Las conductas de riesgo asociadas a la alimentación y al culto al cuerpo hacen sospechar que, en un futuro cercano, aumenten. Ante esta situación, la actuación de la familia se hace indispensable como modelo de un estilo de vida saludable y como refuerzo de la autoestima de los hijos

En esta línea, la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) aporta recomendaciones para los progenitores sobre qué actitudes ayudan a evitar conductas de riesgo que pueden derivar en un desorden alimentario:

  • Fomentar la autoestima de los hijos reforzando los aspectos de su personalidad en lugar de los relacionados con su aspecto físico. Enseñarles a aceptar y respetar las diferencias entre personas con independencia de cuál sea su aspecto físico.
  • Protegerlos, sin excederse, para que aprendan a ser autónomos y a cuidarse por sí solos. Dejar que se equivoquen para que aprendan.
  • Promover un estilo de vida saludable y una alimentación sana y equilibrada. Predicar con el ejemplo: los progenitores no deberían hacer comidas diferentes para adelgazar (y menos realizar dietas milagro).
  • Comer en familia al menos una vez al día.
  • Ayudarles a desarrollar un sentido crítico hacia los cánones de moda y belleza que se difunden en publicidad, además de hacia las dietas milagro. Enseñarles que seguir una dieta sana es una cuestión de salud, no estética.
  • Fomentar la comunicación. Hay que ayudarles a sentirse reconocidos como individuos en el seno de la familia y tener en cuenta sus opiniones.
  • Compartir actividades de ocio con ellos, sea ver la televisión como hacer deportes actividades deportivas o culturales e, incluso, navegar por Internet.

Articulo publicado en el Diario «El Económico»  27/01/2017  www.eleconomico.es

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