El acoso escolar o bullying es un hecho cada vez más frecuente en los centros de enseñanza y se produce cuando un niño o adolescente es agredido física y psíquicamente de manera reiterada y continuada por un alumno o un grupo de alumnos. Agresión, intimidación, aislamiento, amenazas, insultos, burlas y otras actitudes similares son diferentes expresiones del acoso escolar que sufren fundamentalmente niños de entre 6 y 17 años, pero que tiene un componente de violencia significativo entre los 11 y los 15.

El fenómeno de acoso escolar no sólo acarrea consecuencias para la víctima, sino también para el o los agresores e incluso para los que presencian el acoso: Víctima: Fracaso y dificultades escolares. Alto nivel de ansiedad. Fobia escolar. Déficit de autoestima. Cuadros depresivos. Intentos de suicidio. Baja expectativa de logro. Se sume en una actitud de indefensión continua al sentirse incapaz de controlar por sí sólo las situaciones de acoso.
Agresor: La realización del acoso le permite aprender formas insanas para lograr sus objetivos. El acoso le proporciona reconocimiento dentro del grupo y afianza su liderazgo, aunque éste se sitúa en los límites propios de una banda juvenil. Es muy probable que el éxito de sus acciones le lleve a generalizar su conducta a otros ámbitos de su vida, como la familia, el trabajo, la pareja; pudiéndole llevar a adquirir el perfil de un maltratador en potencia.
Pero el acoso escolar puede tener también consecuencias negativas para aquellos compañeros que lo presencian sin hacer nada para evitarlo (espectadores pasivos), ya que desarrollan una falta de sensibilidad ante situaciones injustas y desarrollan una actitud de tolerancia e incapacidad de respuesta hacia la violencia.

Las víctimas del acoso escolar generalmente no cuentan nada sobre las continuas agresiones que sufren, por lo que es muy importante que tanto los padres como los educadores aprendan a reconocer los signos que pueden enmascarar la existencia del acoso.

Los padres deben empezar a sospechar que su hijo podría estar sufriendo acoso escolar cuando éste tiene determinadas actitudes: Se advierten cambios de comportamiento y humor en el niño. Éste se muestra triste, irritable y llora frecuentemente. Tiene pesadillas y alteraciones del sueño y/o el apetito. Se queja de dolores sin causa aparente (habitualmente de cabeza y estómago) y tienen vómitos no justificados. Pierde sus cosas o se le rompen con demasiada frecuencia cuando va al colegio. Llega a casa con heridas y/o hematomas con demasiada frecuencia, que justifica siempre como caídas o accidentes sufridos en el colegio. No quiere salir ni relacionarse con sus compañeros de clase. Tampoco quiere ir a las excursiones del colegio ni realizar actividades extraescolares. Pide a sus padres que le acompañen hasta el colegio y vuelvan a buscarle. Protesta cuando tiene que ir al colegio e incluso llega a decir abiertamente que no quiere ir.

Son muchas las situaciones que pueden enmascarar un episodio de acoso escolar, pero el colegio o el instituto es donde se producen la mayoría de las acciones de acoso. Por eso es importante que tanto los padres como los profesores sepan reconocer los signos que definen a las víctimas.

Articulo publicado en el Diario «El Económico»  16/09/2016  www.eleconomico.es

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