El abuso emocional consiste en un proceso constante en el que las ideas, sentimientos, características de personalidad y percepciones de una persona son rebajados y despreciados. Es decir, se produce una destrucción de la identidad personal. Es algo que se da de manera continuada con el objetivo de despreciar y controlar a la víctima.

En el abuso físico también se produce un abuso emocional, pues los golpes implican una humillación que rebajan a la persona y suelen ir acompañados de insultos u otro tipo de abuso emocional.

A menudo se da un patrón cíclico, sobre todo cuando el abuso emocional va acompañado de agresión física, la tensión comienza a intensificarse hasta que se produce un estallido de violencia, que suele ir seguido de un periodo de calma caracterizado por el arrepentimiento del maltratador, que adopta una actitud más cariñosa, hasta que la tensión vuelve a empezar a aumentar hasta producirse un nuevo estallido y así sucesivamente.

Muchas de estas personas no son conscientes de que son víctimas de abuso emocional y tienden a pensar que lo que les sucede es debido a sus propios errores o inadecuación. Hay que tener en cuenta que, para la mayoría de las personas, es inconcebible que alguien que es tu pareja y que te dice que te quiere, esté al mismo tiempo tratando de rebajarte y humillarte. Por eso no es tan extraño que tiendan a dar crédito a las afirmaciones de su pareja y creer que de verdad hay algo equivocado en ellas, en sus opiniones, gustos, etc. Muchas se sienten tremendamente deprimidas y aún así no son capaces de expresar con claridad por qué se sienten así.

El maltratador suele ser una persona inmadura y egoísta. Lo único que le importa es su propio bienestar y su víctima ha de atenerse a sus deseos en todo momento. No tiene en cuenta los deseos y sentimientos de su pareja porque sólo le importan los suyos propios. Percibe a su pareja como si fuera parte de él y estuviera bajo su dominio, en vez de como un ser independiente, con sus propios deseos, opiniones, preferencias o emociones.

El abuso emocional o físico puede llegar a generar un trastorno de estrés postraumático, con síntomas como pesadillas, pensamientos intrusivos, flasbacks, problemas para dormir y concentrarse y amnesia. También son frecuentes los síntomas somáticos como dolores de cabeza, trastornos del aparato digestivo o problemas del aparato respiratorio, como asma o bronquitis.

Las víctimas llegan a interiorizar la visión negativa que transmite el maltratador, viéndose a sí mismas como despreciables. Todos sus intentos por defenderse o escapar son inútiles porque el maltratador reacciona negando la responsabilidad, culpando a la víctima y degradándola o con más amenazas, hasta que se rinde sintiéndose confusa y agotada.

Por eso, el primer paso hacia la curación consiste en reconocer que están siendo víctimas de abuso emocional estableciendo una asociación entre sus síntomas y la experiencia traumática que están viviendo y pedir ayuda.

Articulo publicado en el Diario «El Económico»  22/07/2016  www.eleconomico.es

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