Una relación de pareja debe estar basada en el amor, en el placer de intercambiar con el otro lo que uno es y lo que siente, de manera completa y libre. Y para ello es imprescindible un elemento: el respeto. Respeto ante todo, tanto a uno mismo como hacia el otro miembro de la pareja. A pesar de que en una relación sana caben las diferencias y las discusiones, como cierto grado de conflicto pasajero, no hay lugar para la falta de respeto. En pocas palabras: sin respeto, no hay amor.

 

Otro elemento clave es la libertad, para uno mismo como para el otro, además de igualdad, deseo genuino de compartir aspectos importantes de la vida y un grado de compromiso basado en el querer cuidarse uno mismo y también al otro a nivel afectivo.

La primera fase de una relación de pareja la constituye el enamoramiento. Este periodo se caracteriza por una idealización del otro, del que solo se ven las virtudes. Es un periodo feliz en la que el otro es maravilloso. Sin embargo, «con el tiempo, la realidad se amplía y se empiezan a ver aspectos que no gustan, por eso muchas relaciones no superan esta fase»,

Pero, ¡cuidado! Si se sigue con la esperanza de hacer cambiar con el tiempo aquello que disgusta, solo se está sembrando la semilla de una relación insatisfactoria, en la que, a largo plazo, aparecerán la desilusión, la desconfianza o los reproches, por un lado, y la falta de compromiso o el agobio, por el otro.

 

Si se está a gusto con la vida de pareja, en general, es una relación sana. Sin embargo, a veces aparece sensación de apatía, agobio, aburrimiento o de control y no se hace nada con ello, aparte de quejarse, tendriamos que buscar de dónde surgen estas impresiones y si están relacionadas con la relación o con uno mismo, con temas personales sin solucionar y que se proyectan en la pareja.

A modo de resumen, una relación de pareja es sana cuando:

  • Se siente amor y respeto por el otro, y uno se siente amado y respetado por el otro miembro.
  • La pareja se comunica a través del diálogo, no hay violencia, discusiones continuas o reproches.
  • Se disfruta de pasar tiempo juntos, a solas, y también en compañía de otros, del mismo modo que cada uno disfruta de hacer actividades individualmente o con otras personas sin la pareja.
  • Se expresa y se recibe afecto mutuo a través de contacto corporal agradable y sexualidad compartida placentera.
  • Se afrontan los problemas y dificultades de la relación con responsabilidad personal y compartida.
  • Se siente que la libertad personal y el compromiso hacia el otro están equilibrados.
  • Se puede apoyar a la pareja y viceversa cuando la situación lo requiere.

En definitiva, una persona tiene una relación de pareja sana cuando está con otra persona porque quiere estar y disfruta con ello, y no porque la necesite para sentirse segura, valiosa o completa.

Articulo publicado en el Diario «El Económico»  27/05/2016  www.eleconomico.es

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