La personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e interpretamos la realidad.
En buena parte, la personalidad está determinada por los genes, que nos proporcionan una gran variedad de predisposiciones. Pero el ambiente y las experiencias de la vida (padres, sociedad, amistades, cultura, etc.) se ocupan de moldear todas esas posibilidades en una dirección u otra. Por tanto, aunque podamos cambiar nuestra forma de ser, lo hacemos en base a esas características de personalidad con las que hemos venido al mundo.
La personalidad psicológicamente sana y equilibrada tiene las siguientes características:
- Es flexible. Se trata de personas que saben reaccionar ante las situaciones y ante los demás de diversas formas. Es decir, poseen un repertorio amplio de conductas y utilizan una u otra para adaptarse a las exigencias de la vida, en vez de comportarse de un modo rígido e inflexible.
- Lleva una vida más variada, realizando diversas actividades, en vez de centrar su vida alrededor de un mismo tema.
- Es capaz de tolerar las situaciones de presión y enfrentarse a ellas y no se viene abajo ante las dificultades y contratiempos.
- Su forma de verse a sí misma, al mundo y a los demás se ajusta bastante a la realidad.
Las personas reaccionan al mundo de acuerdo a su modo de percibirlo. Por ejemplo, si varias personas le dicen a un niño que es muy inteligente, es muy probable que piense de sí mismo que lo es, mientras que si le dicen lo contrario llegará a considerarse una persona poco inteligente. Por este motivo, muchas veces recurrimos a los demás para definirnos, basándonos en la opinión que otros tienen de nosotros.
Las personas que se resisten a ajustar su autoconcepto a la realidad tienen mayor probabilidad de padecer algún tipo de psicopatología.
Las personas deprimidas, por ejemplo, se ven como individuos sin valor a los que nadie quiere; interpretan comportamientos neutros como rechazo, desprecio, etc. Suelen dar gran énfasis a los acontecimientos negativos y casi excluyen los positivos.
Los trastornos de personalidad son exageraciones de formas de ser normales. La persona altruista, por ejemplo, puede convertirse en mártir y derrotista si su entrega a los demás se hace demasiado exagerada. Las personas muy seguras de sí mismas, con gran confianza y autoestima alta pueden acabar siendo unos narcisistas si estos rasgos se exageran hasta desvincularse de la realidad. La persona vigilante y suspicaz a quien no se le escapa detalle alguno y a quien nadie logra engañar, puede transformarse en un paranoico, etc.
Un aspecto importante de la psicoterapia consiste en ayudar a las personas a conocer el concepto que tienen de sí mismas, observar objetivamente la realidad y ajustar ambas cosas de manera que no se den incongruencias. La terapia produciría un cambio en el autoconcepto que diese lugar a un cambio en el comportamiento. Es decir, consiste en cambiar las representaciones inexactas del autoconcepto y de la realidad, sustituyéndolas por otras más apropiadas y realistas.
Articulo publicado en el Diario «El Económico» 29/01/2016 www.eleconomico.es
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